ANIVERSARIO 64 DE LA PUESTA EN MARCHA DE LA FÁBRICA DE NÍQUEL DE MOA
La historia de la fábrica de Moa se inicia en el otoño de 1951, cuando un grupo de especialistas de la Nicaro Nickel Company llega a Moa con el propósito de desarrollar los cotos mineros de la región y construir una nueva planta de níquel, ante la necesidad del gobierno de los Estados Unidos de incrementar las disponibilidades de ese material estratégico, tan necesario para su industria, en momentos en que ese país se enfrascaba en la agresión al pueblo coreano e intensificaba su política de guerra fría.
Ya en 1953 se había desarrollado suficientemente la minería para justificar la construcción de la nueva planta niquelera que, a diferencia del proceso utilizado en la fábrica de Nicaro, realizaría la separación selectiva del níquel y el cobalto por un proceso de reciente invención y aún no utilizado: la lixiviación ácida a presión.
Los cuantiosos recursos financieros necesarios para la construcción y montaje de la primera fábrica niquelera moense fueron gestionados y obtenidos por la Freeport Sulphur de otras entidades y del gobierno de EE.UU.
Para comprobar la factibilidad del nuevo proceso a escala industrial, se montó previamente una planta piloto en Huston Mount, Texas, EE.UU., y posteriormente otra de mayor capacidad, -con posibilidad de procesar hasta 120 toneladas secas por día del mineral enviado desde Moa-, en Braith White, Louisiana.
El proyecto de la fábrica moense fue diseñado para el aprovechamiento tanto del níquel como del cobalto contenido en el mineral, lo que no ocurre en el proceso Caron, donde el cobalto se pierde en las colas industriales.
La planta moense fue diseñada para recuperar anualmente 22 mil toneladas de níquel y 2 mil de cobalto, en forma de sulfuro concentrado que serían procesadas en una refinería especialmente construida en Port Nickel, Louisiana, para la extracción del níquel y el cobalto en forma metálica.
La corrupción imperante en el gobierno dictatorial de Fulgencio Batista hizo posible que a las compañías norteamericanas interesadas en la construcción de la nueva planta productora de níquel se les concedieran enormes facilidades para explotar nuestros fundamentales recursos minerales y crear un producto que sólo sería una materia prima, para cuya refinación debería ser trasladada a Estados Unidos, todo lo cual se realizaría mediante una exención de impuestos que haría exclamar al Comandante Ernesto Che Guevara que los yanquis en Moa se llevaban nuestras riquezas y sólo nos dejaban los hoyos en la tierra.
Desde fines de 1956 la Frederick Snare Co. iniciaría las labores de construcción de la fábrica de níquel que, en lo fundamental, concluirían en el segundo semestre de 1959 y transcurrirían en medio de la lucha contra la tiranía batistiana.
En el momento pico de la construcción de la nueva planta laboraron en ella unos 3 mil trabajadores de otros territorios del país. La mayoría de ellos prestaron su concurso a la lucha insurreccional: unos como militantes de las células clandestinas del Movimiento Revolucionario 26 de Julio, otros incorporándose al Ejército Rebelde y, de forma unánime, participando en la huelga revolucionaria de abril de 1958.
En 1959, concluida en lo fundamental su construcción, la Moa Bay Mining Co., comienza la etapa de ajuste y puesta en marcha de la nueva planta niquelera, con el inicio de las operaciones de las plantas de Preparación y Espesadores de Pulpa de Mineral, el 11 de septiembre. El 8 de noviembre de ese mismo año se lograría su primera producción de concentrado de sulfuro de níquel más cobalto.
El 30 de diciembre de ese año, desde el puerto de Moa, se embarcaría, en el buque Sopkna, el primer lote de sulfuro de níquel más cobalto, -386 toneladas- que serían procesadas en la refinería de Port Nickel, Louisiana, Estados Unidos, cuya construcción había culminado el 16 de agosto.
No habían transcurrido siete meses del inicio del periodo de ajuste y puesta en marcha de la moderna industria niquelera construida en Moa, cuando los norteamericanos decidieron –el 9 de abril de 1960– paralizar sus operaciones, conservar sus instalaciones y abandonar el país en respuesta a la Ley de Minas dictada por el Gobierno Revolucionario, mediante la cual se dejaban sin efecto los privilegios arancelarios y económicos concedidos por Batista a las compañías yanquis y obligaba a la Moa Bay Mining Company a pagar impuestos sobre las ganancias brutas por el uso de nuestros recursos minerales.
Al adoptar esa decisión, los propietarios de las compañías norteamericanas afirmaron que los cubanos no serían capaces de poner en funcionamiento la moderna industria niquelera, única de su tipo en el mundo.
La respuesta del Gobierno Revolucionario no se hizo esperar y el 5 de agosto de ese mismo año 1960 se decreta la intervención de la industria moense, se nombra “Comandante Pedro Sotto Alba”, en honor al revolucionario caído en la toma del poblado de Moa.
La intervención de la fábrica de níquel de Moa tienen sus antecedentes en la actitud tomada por la empresa Moa Bay Mining company que puso en marcha las instalaciones en proceso de prueba y ajuste en octubre de 1959, pero que se negó a aceptar la ley de minas dictada por el gobierno cubano que disponía el cobro de una parte de las ventas brutas.
La MOBACO se unió a los que atacaban a la Revolución Cubana y el 9 de abril de 1960, después de parar la fábrica en marzo, disponían el cierre de la industria y la cesantía de sus mil trabajadores.
Inmediatamente que los americanos se marcharon en abril, el gobierno cubano dispuso que se protegieran las instalaciones que quedaron al cuidado de un pelotón de milicianos que dirigía el compañero José Urgelles y que habían sido trabajadores de la fábrica.
Al intervenirse la fábrica se nombra interventor de la misma al compañero Alpidio Zorrilla que trabajaba en el equipo de jóvenes del comandante Ernesto Guevara, como segundo interventor se designa el teniente Ocampo.
Ya en el mes de octubre de ese año comienza a confeccionarse la plantilla de la fábrica Pedro Sotto Alba como es natural los cien primeros que se emplantillan son los que tenían a su cuidado la fábrica.
Cuando se interviene la fábrica en agosto de 1960 a los trabajadores que habían quedado en Moa se les subsidia, pero muchos trabajaron en obras social.
El Comandante Ernesto Che Guevara, al frente de las tareas de industrialización del Gobierno Revolucionario, convocó al ingeniero Demetrio Presilla, quien laboraba en la fábrica de Nicaro, y a decenas de técnicos y obreros que laboraron en la construcción en el período de ajuste y puesta en marcha de la fábrica moense, para desconservarla y ponerla a producir en beneficio del pueblo cubano, tarea que se acomete desde principios de 1961 y ya el 23 de julio de ese mismo año la fábrica Comandante Pedro Sotto comienza a producir.
Desde el mismo día en que, en 1961, se pusiera en marcha la fábrica de Moa, se iniciaría una constante batalla por la superación técnica de sus trabajadores, pues los norteamericanos alentaron a los técnicos que laboraron con ellos a abandonar el país y, en determinado momento, esta industria sólo pudo contar con cinco ingenieros.
En el año 1963 comienzan a llegar a Moa los primeros técnicos medios graduados por la Revolución; el 10 de septiembre de ese mismo año arriban los primeros 4 ingenieros graduados después del triunfo rebelde, meses más tarde lo harían otros dos y en marzo de 1965 comenzarían a trabajar en la fábrica las 2 primeras mujeres graduadas de ingenieras.
El 17 de junio de 1966 llegan a Moa los 23 jóvenes estudiantes de primer año de ingeniería de la Universidad de Oriente que se integran al Plan Extramuros como trabajadores-estudiantes, para terminar sus estudios superiores en esta localidad al mismo tiempo que brindan su concurso a la fábrica Comandante Pedro Sotto Alba, donde comienzan a laborar.
Se inicia así el gran despegue en la formación de técnicos y profesionales en Moa, donde la construcción de la fábrica de níquel provocó que en este territorio, en el que a mediados de la década de los años 50 apenas existía la enseñanza primaria, en poco menos de 30 años estuvieran cubiertas todas las necesidades educacionales, desde el prescolar hasta la universitaria.
Tanto en los trabajos de puesta en marcha, como en la compra de los sulfuros de la fábrica Comandante Pedro Sotto -para la cual adaptaron una de sus instalaciones industriales en la lejana Siberia- y el abastecimiento de insumos y materiales para el proceso productivo, el mantenimiento y las reparaciones y para rehabilitación de la industria niquelera moense, Cuba contó desde el primer momento, y hasta la desaparición de la URSS, al inicio de la década de los años 90, con el concurso de los especialistas y del Gobierno de la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.